13 de mayo de 2011

Libros

El túnel

"Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne". Con esta autoconfesión tan brutal, tan tajante comienza "El túnel". Y es el propio Castel el que nos relata, a modo de intensa y brutal introspección, la historia de su tormentosa pasión por María, la historia de una obsesión, de una pasión cada vez más destructiva por una mujer inalcanzable, enigmática, fría. María fue la única persona que se fijó en el detalle en apariencia insignificante de uno de sus cuadros; una pequeña ventana del fondo, a través de la cual aparece en la lejanía un paisaje marítimo en donde una mujer observa el mar; imagen que siempre había obsesionado profundamente al propio autor. Castel cree ver puntos de contacto entre esa mujer y él mismo y comienza a obsesionarse con ella. Su carácter introvertido, tímido, su inseguridad, su dificultad para entenderla, para llegar a conocerla profundamente, o desentrañar sus enigmas nos hace prever rápidamente el desastre anunciado. 

Aunque Castel no hubiera confesado su asesinato, el lector puede intuir con facilidad que tan tormentosa fábula no va a acabar bien. Sus celos enfermizos, su afán de posesión, son la chispa que desencadena el desastre. No desea compartirla con nadie y cuando sospecha que María tiene un amante la tragedia está servida. Al fin resultarán más destructivas para ambos, sus sospechas que el presunto engaño de su amante.