6 de febrero de 2011

Ecología y Medio Ambiente


HEMISFERIO NORTE CONGELADO. ¿QUE ESTA PASANDO CON EL CALENTAMIENTO GLOBAL?


El hemisferio norte se congelaba a finales de año. La ola de frío que afectó a Europa, EE.UU., Canadá y China, llegó para quedarse. ¿Se trata de algo puntual?

Los fríos polares se colaron el 17 de diciembre de 2009 y desde entonces convivimos con temperaturas bajo cero. Los modelos climáticos de la NASA para esta primera parte del año confirma la previsión de frío intenso para este invierno. Febrero es el mes más amenazado por el frío sostenido e intenso en esa latitud.

Las copiosas nevadas y temperaturas bajo cero han inmovilizado a regiones enteras y se han cobrado más de un centenar de vidas sólo en Europa, además de provocar situaciones caóticas en líneas eléctricas, de ferrocarril, aeropuertos, carreteras, etc.

En China sufrieron una de las peores olas de frío de las últimas décadas. En Pekín, por ejemplo, se vivió la nevada más copiosa que se ha registrado en sesenta años y la temperatura más fría que se recordaba en medio siglo. Regiones como Xinjiang, en el noroeste del país, vieron caer sus termómetros hasta 40°C bajo cero. Los problemas en las redes de transporte y suministro eléctrico obligaron a racionar la energía -especialmente en las industrias-, para garantizar que pudiera llegar a todos los hogares.


¿Cómo podía estar ocurriendo todo esto en 2009, uno de los años más calientes del último siglo? ¿Un síntoma más del cambio climático? 


Varios fenómenos se unen

Lo ocurrido en el hemisferio norte recientemente, para la Organización Meteorológica Mundial (OMM), tiene que ver con la "situación meteorológica de bloqueo", fenómeno que se caracteriza por un cambio en la circulación del aire que normalmente en el hemisferio norte va de oeste a este. Es decir, en un invierno normal las borrascas se suelen formar cerca de Islandia, mientras que en el entorno de las Azores predominan los anticiclones, que son los que luego de alguna forma desvían la entrada de las masas de aire frío y favorecen los movimientos de la corriente de chorro de oeste a este. Pero como explica la OMM, se produjo una alteración. El causante fue un anticiclón que se formó cerca de Irlanda y que favoreció un pasillo por el que se pudo colar el aire frío que venía del polo. Esta corriente fue descendiendo de norte a sur por el continente dejando todo helado a su paso.

Además de esta oscilación atmosférica que acabamos de describir, para explicar estas temperaturas extremas algunos científicos añaden otro factor: El Niño. Para entender este fenómeno hay que estudiar cómo se interrelacionan océano y atmósfera. Cómo los cambios en la temperatura del mar influyen automáticamente en la circulación de los vientos y cómo estos a su vez inciden en la atmósfera, condicionando la temperatura del agua.

 "El actual episodio de El Niño, que comenzó el verano pasado y se amplió en otoño, es inusual", aseguran desde el Centro Europeo de Investigación y Formación Avanzada en Cálculo Científico. Se ha registrado un aumento de la temperatura en las aguas superficiales de la zona del Pacífico Central y no cerca de las costas de Perú y Ecuador como sería de esperar. Este aumento de la temperatura del agua en esa zona se asocia con una circulación atmosférica anormal sobre el Pacífico Norte y América del Norte que causan temperaturas frías.

La influencia de El Niño en Europa sigue siendo un rompecabezas, pero los datos están sobre la mesa. Algunos meteorólogos anuncian que esto es sólo un adelanto de lo que nos espera en un futuro no muy lejano.
Si bien las temperaturas heladas pueden llevarnos a pensar que lo que está ocurriendo es precisamente lo contrario, los modelos y simulaciones elaborados por el Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático, muestran que el cambio climático que estamos padeciendo puede dar lugar a un incremento en el número de los fenómenos límites en el futuro: olas de frío y de calor extremo. El geoquímico Kuang Yaoqiu de la Academia China de Ciencias, explicaba después de la última ola de frío polar, que el cambio climático aumentaba los riesgos de temperaturas extremas, tanto frías como calientes, e incluía tormentas de nieve como las padecidas. Según su teoría, las actividades humanas -emisión de dióxido de carbono-, en principio aumentan la temperatura en la atmósfera de los hemisferios, pero posteriormente pierde ese calor y desciende rápidamente de altura, lo que provoca frentes fríos.


El Artico se derrite a un ritmo increíble

Datos recopilados en la última campaña de investigación en el Artico (Artic Tipping Points), en la que han colaborado científicos españoles, indican que una masa de agua cálida está provocando la fusión rápida del hielo en el Océano Glaciar Artico, así como el desplazamiento de especies propias de esa zona hacia el norte. Las cifras señalan que el hielo se derrite a un ritmo increíble de dieciocho kilómetros diarios.


 
¿Cómo nos influye todo esto? El ambientalista venezolano Erik Quiroga, explica la importancia del Artico: "Es como el termostato del planeta, distribuye el calor y activa la circulación de las corrientes oceánicas. El desproporcionado deshielo de glaciares en Groenlandia y Canadá, aumenta el flujo de agua dulce sobre la cálida y salada Corriente del Golfo, lo que podría minimizar su efecto termorregulador sobre Europa Occidental, e incidir afectando la densidad de la fría Corriente de Labrador, expandiéndola hacia el noroeste alterando la derivada de la Corriente del Golfo, haciendo aún más fríos los inviernos en la citada región norteamericana y facilitando el desplazamiento de los gélidos vientos árticos hacia el noroeste de Europa". La NASA confirma que esta descongelación del hielo marino que cubre el Artico, podría alterar e incluso detener las corrientes del Océano Atlántico y sin el calor que proporcionan esas corrientes, las temperaturas medias europeas podrían descender de 5 a 10°C.

Nos encontramos inmersos en un sistema caótico, como es el clima, y por lo tanto impredecible. Un sistema en el que influye cualquier pequeña variación que nos puede parecer insignificante en sus comienzos pero que acarrea unas consecuencias incalculables. Una subida de más de 2°C, por ejemplo, puede provocar a la larga, un cambio del sistema climático, radical e irreversible a escala humana. En la historia, los colapsos de las civilizaciones -pueblo maya, Roma-, nunca fueron por efecto directo de las causas climáticas, pero sí como consecuencia de ellas: escasez de cultivos, conflictos sociales y económicos. Lo que anuncian los expertos es que en esta ocasión las consecuencias de este desequilibrio se vivirá a escala planetaria. ¿Estamos preparados?


Incapaces de ver la realidad

Mientras la ola de frío dejaba colapsado al hemisferio norte, un bloque de hielo de 140 km2 se desprendía de la Antártida y viajaba rumbo a Australia, y cerrábamos un año con más de 250 millones de personas afectadas por los desastres naturales, la Cumbre Sobre Cambio Climático de Copenhague, fracasaba. Los países que más contaminan -China y EE.UU.-, decidían seguir adelante con sus programas de crecimiento económico.



Terminó la Cumbre sin un protocolo, ni compromiso, ni acuerdo vinculante, es decir, peor que como empezó. Los líderes mundiales se inclinaron una vez más por la defensa del capital en detrimento de la vida. Tuvieron miedo de perder su poder y decidieron mirar hacia otro lado. Pasarán a la historia como máximos responsables por omisión.

Mientras todo esto ocurría, a muchos ciudadanos españoles, los elementos los tomaron "por sorpresa". La Agencia Estatal de Meteorología disparaba las alertas y avisaba sobre una caída en picada de los termómetros, copiosas nevadas y lluvias intensas. Se pedía prudencia y se recomendaba no viajar si no era estrictamente necesario e instaba a utilizar el transporte público, llevar cadenas en los vehículos, el automóvil cargado, el depósito lleno de combustible y estar al tanto de los servicios de información de trafico. A pesar de todo esto, numerosos conductores llamaron durante el día a emisoras de radio para quejarse por haberse quedado atrapados en las carreteras, por no haber sido rescatados por quitaniveles, no haber podido tomar el avión e irse fuera a pasar las vacaciones de Navidad o no haberse podido reunir con los suyos en tan señaladas fechas... A pesar de las alertas hubo sorpresas. ¿Es que no creemos lo que ya está pasando?

Sin ser apocalíptico, el catedrático de Fisica Aplicada en la Universidad de Alcalá de Henares, Antonio Ruiz de Elvira, cree que "es preciso decir a los ciudadanos que el problema del cambio climático es extremadamente grave y que si no se detiene causará, con seguridad, el colapso de nuestra civilización". 


¿Qué podemos hacer?

Partir de la base de que una crisis no tiene por qué ser algo negativo. Si uno se prepara puede utilizar estas circunstancias como una oportunidad para introducir el cambio necesario que exige el momento.

"Mi sentimiento del mundo dice que vamos al encuentro de una formidable crisis generalizada que nos llevará al límite de la supervivencia", asegura el filósofo y ecologista Leonardo Boff. "No tenemos tiempo para subterfugios, medias verdades o simplemente negación de aquello que está a la vista de todos. El hecho es que así como está, la humanidad no puede continuar. De lo contrario, vamos a un colapso colectivo de la especie. Es tiempo de balance ante la catástrofe previsible. Cuando el agua nos llegue a la nariz, haremos todo para salvarnos.


Posiblemente seremos todos socialistas, no por ideología sino por necesidad: los escasos recursos naturales serán repartidos ecuánimemente entre los humanos y los demás vivientes de la comunidad de vida.

Son muchas las voces que hablan de este cambio necesario y están trabajando en él. La crisis nos invita a ir más allá de nosotros mismos y descubrir que no estamos aislados, sino que cada uno de nosotros es una gota en un océano que está en contínuo movimiento, donde todos participamos y formamos una gran red. Por lo tanto, la supervivencia de cada uno deriva de la supervivencia del conjunto de la humanidad.


Fuente: www.ecoportal.net